Quizás sea la falta de libertad que en éstos momentos sufrimos, el casi nulo afecto personal que tenemos con los que mas queremos o, seguramente, el aburrimiento mas absoluto de mi vida emocional lo que me lleve a empezar a escribir éstas líneas.
Necesito expresarme de alguna manera, y de tantas formas que existen hoy en día para ello, creo que la escrita es en la que mejor puedo volcar mis sentimientos mas sinceros, sin tapujos, y dentro de la madurez mental que los años nos dan a cada un@. Hay muchas plataformas para escribir y expresarse, todas llenas de historias que deslizamos con el dedo y que no echamos cuenta, es por eso que he decidido venirme a mi blog, que tantos años llevo utilizando para publicar fotos y mas fotos de aquellos momentos que he disfrutado. Aquí me siento mas cómodo que en cualquier red social, y quien quiera saber de mi, ya sabe donde tendrá que buscarme.
Seguiré subiendo mis fotos que con tanto cariño publico, pero a partir de ahora, me gustaría dedicar un ratito cada semana a expresarme, escribir mis sensaciones, proyectos, miedos, opiniones... Cada domingo por la tarde os espero en éste pequeño rincón lleno de grandes cosas. Y es que, necesito seguir caminando en éstos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir. Una fotografía no me basta, un simple vídeo no me llena, necesito algo mas. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras el mundo sigue girando, mientras el minutero del reloj no deja de dar vueltas y vueltas. Quizás ésta situación me haya servido definitivamente para darme cuenta de lo que tenía y no lo aprovechaba. Todos deberíamos valorar momentos como éste, pero claro, no poder salir ni siquiera de tu propio municipio lo hace complicado, muy complicado.
De las pocas actividades que puedo hacer, el salir a caminar por el campo, quitarme la maldita mascarilla y respirar aire puro, es mi favorita. Y es que, éstos últimos días de enero son vitamina pura para un paisaje que va camino de meses de sequía. Lo que hoy es verde y húmedo, en pocos meses será amarillo y seco. Así que aprovecho éstos días para deleitarme con una vega rica en colores, que como si de un telar se tratara, sus sembrados pintan en vivo uno de ésos cuadros que mi admirado Ricardo Jiménez, plasma en sus lienzos rico en colores. Es el único alivio de una monotonía impuesta y aburrida, donde sólo el trabajo hace que mi cabeza no caiga en el limbo.
En una de ésas caminatas de la que os hablo, algo me hizo que girara la vista atrás y quedarme petrificado ante la primera luna llena del año 2021, mostrándose en toda su plenitud, como si de una acompañante más se tratara. Venía sola, desde los campos de Carmona. Y allí estaba yo, quieto en aquel camino de plata, mirando algo que me podía haber perdido sólo por no haber mirado hacia atrás. Ya de camino a casa, no dejaba de darle vueltas a aquel momento, pensando que a veces hay que parar y mirar atrás, que no volver atrás. El camino se hizo para andarlo, y no para retrocederlo. Las huellas que quedaron deben permanecer hasta que el tiempo decida borrarlas, y mientras puedas, seguir dejando huellas nuevas. Es necesario ése respiro, ésa mirada hacia atrás y ver el camino que has andado. Ése camino que jamás has de volver a pisar...
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