Antequera es el prototipo de la ciudad barroca del sur. Iglesias,
conventos, ermitas y palacios civiles construidos entre los siglos XVII y
XVIII enaltecen su barrio viejo, situado a los pies de un altozano coronado por una alcazaba desde donde se divisa el paso natural que une hasta cuatro provincias de Andalucía. Ésta ciudad ha sido inspiración para nobles escritores, pintores, artistas, músicos... y fotógrafos.
Desde la puerta de los Gigantes, que es el nombre que recibe el arco que
da acceso a la alcazaba árabe que corona Antequera, se divisa
hacia el norte una peña rocosa con forma de quilla origen de una de las
más conocidas leyendas pregonadas en el sur desde la conquista cristiana.
Avanzadilla hacia los puertos marítimos del sur y puerta de entrada al
reino nazarí de Granada, Antequera posee en la Peña de los Enamorados el
poso de su más conocido leyenda, que aún hoy inspira a la literatura y
las artes.
A aquel tiempo de luchas y fronteras se remonta la leyenda de la Peña
de los Enamorados que recuerda el desatado amor entre una princesa
árabe y un caballero cristiano. Las crónicas recuerdan que pocos años
antes de la conquista de la ciudad un soldado del rey Fernando cayó
preso en un pueblo próximo a la Antequera árabe. Hecho prisionero de las mazmorras
de la alcazaba, una mañana recibió la visita de la hija del rey moro,
una joven de belleza paralizadora conocida con el nombre de Tazgona que
tras cruzar su mirada con el joven Tello cayó rendida por amor.
Desde ese día la princesa buscó toda suerte de excusas para bajar a
diario a las mazmorras donde en compañía de su soldado urdieron juntos
el modo de escapar no sólo de esa lúgubre cárcel sino de la ciudad.
Tazgona y Tello eran conscientes de que pertenecían a reinos y culturas distintas,
y que ni árabes ni cristianos verían jamás con buenos ojos su unión.
Provistos con el amor como única arma, los jóvenes escaparon una mañana,
pero pocos minutos después de la huida, al rey árabe llegó la noticia
de la fuga.
El padre de la princesa Tazgona encabezó un batallón que trató de dar
caza y muerte al soldado cristiano. La mala suerte quiso que ese mismo
día las tropas cristianas asediaran Antequera, por lo que los dos
amantes, acorralados e indefensos, decidieron subir hasta la cima de una afilada peña visible
desde todos los caminos que conducen a la ciudad malagueña. En ella
prefirieron arrojarse al vacío y despeñar sus cuerpos antes que
separarse. Cogidos de las manos y ensangrentados, el rey árabe y el rey
cristiano contemplaron a los amantes y angustiados decidieron declinar
cualquier lucha para hacerse con el gobierno de la ciudad.
Es impresionante pasar por éste lugar y admirar la enorme silueta de los enamorados que yacen mirando al cielo de Andalucía para toda la eternidad.
Fuente: Ocholeguas
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