Nos detenemos a ver la caida del sol desde los pies del conocido Puente de Triana. Parece mentira que estemos en pleno centro de una urbe con cerca de un millon de personas, puesto que sólo se escucha el sonido de los pájaros y el rompre de las pequeñas olas, que crean los numerosos piragüistas que entrenan en las aguas calmadas del Río Guadalquivir sevillano.
Impresiona bastante meterse debajo del puente que une el arrabal trianero con Sevilla. Su característico hierro fundido en forma de circunferencias con distinto tamaño, hace de éste puente único en el mundo y fácilmente reconocible.
Al fondo vemos otro de los puentes de Sevilla, en éste caso el de San Telmo. Se llama sí por su cercanía al Palacio del mismo nombre que actualmente se utiliza como sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía.
Al volver la mirada y emprender nuestro camino hacia la Cartuja, nos encontramos de frente con la altísima Torre Sevilla. Sus 198 metros de altitud hacen de ésta torre la séptima mas alta de España y la primera en Andalucía. Un gran parque muy ciudado nos invita a parar y seguir contemplando las maravillosas vistas que nos ofrece.
Al fondo ya divisamos el Monasterio de la Cartuja y sus inconfundibles chimeneas donde se cocía la loza.
Terminamos el paseo fluvial viendo desde la otra orilla del rio, los restos de la Exposición Universal de 1992, cuyos emblemas quedan para el recuerdo de lo que un día fue el lugar mas mágico del mundo. Siluetas de lo que fue y del recuerdo eterno que el sevillano guarda en su memoria.
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